No sé si a alguno de vosotros también os pasa pero, yo cuando pienso en vino gallego, suelo pensar en tinto. Hace no mucho os abría el melón sobre si tenemos una ‘crisis del vino tinto en Galicia’ o es que simplemente no se quiere apostar por la calidad o la viabilidad de estos vinos porque no rinden tanto en los diferentes mercados (a nivel de grandes tiradas, me refiero).
Por eso, hoy me apetecía poner en valor nuestros tintos gallegos. Puede que muchos aún leáis esta entrada con desconfianza porque Galicia es y seguirá siendo una zona reconocida por sus blancos, pero no tenemos que obviar el trabajo de quienes están retomando los tintos por derecho histórico y ampelográfico, porque el que las variedades autóctonas persistan en el tiempo es responsabilidad de los productores que deciden apostar por ellas a pesar de las modas dictadas por los mercados.
Así pues, hoy os recomiendo 9 de mis cuvées favoritas. No están todas las que deberían estar porque, por fortuna, Galicia produce grandísimos tintos. Además, he intentado quedarme con una referencia por productor, así os puedo hablar de varios proyectos, intentando no repetir vinos de los que ya os hablé en su día para que podáis seguir explorando por el blog y, así, no hacerme repetitivo.









1. Aliaxe, Fabaiños 2021 de Bodegas Fulcro (Valle del Salnés, Rías Baixas)
Este es uno de los vinos más emotivos que tenemos en Galicia. Recupera la tradición de elaborar un monovarietal de Espadeiro en Rías. A esto, le tenemos que añadir que procede de una parceliña cuyo registro data del 1900 pero que seguramente sea incluso mucho más antigua que eso. Después de haber pasado unos 11 meses en un barril viejo, me encontré con una de las expresiones más finas de la Espadeiro ahí afuera. Sápido y crujiente, con bayas rojas (grosellas, ciruelas sin madurar, frambuesas silvestres todavía acidillas), algo rústico (dado por una volátil muy bien controlada), con una boca sedosa a la par que dotada de un eje afilado (lo que le da un buen potencial de guarda) y que termina con un final herbal bastante seductor y persistente. Un vino que se puede disfrutar pero que no dudaría en dejarle unos años en botellero para que nos regale lo mejor de si.
2. Chánselus, Castes Tintas, 2016 de Bernardo Estévez (Valle del Arnoia, Ribeiro)
De la gente del Valle del Arnoia se dice que siempre se sintieron algo menos que los de Ribadavia. Quizá sea porque la austeridad característica e idiosincrásica de sus vinos se refleja a través del carácter del Arnoiano. Esa austeridad que una vez les hacía no creérselo, hoy, es su mejor seña de identidad. Para quien no conozcáis a Bernardo Estévez deciros que ha sido uno de los primeros en apostar no sólo por la biodinámica y la viticultura regenerativa en el Ribeiro, sino por la recuperación de las castas autóctonas. Su Chánselus (nombre nacido de la unión de ‘Cháns e lus’, es decir, ‘suelos y luz’) es hoy una etiqueta icónica y, este 2016, del que tan sólo salieron al mercado 1200 botellas es un regalo para cualquier paladar. Nace de viñedos asocalcados en los dos valles del Arnoia y es una mezcla de las variedades tintas que tiene co-plantadas: Brancellao, Tinta Amarela, Carabuñeira, Caíño da Terra, Caíño Bravo, Ferrol, Sousón , Mencía, Alicante, Espadeiro, Tinto Serodio, Corbillón, Caíño Longo, Caíño Redondo y alguna más. El 2016 no fue un año fácil y es aquí donde se ve la buena mano fruto de una buena praxis. En esta cuvée todavía estaban bastante marcadas las especias dulces (clavo, haba tonka, algo de algarrobo) que denotan su paso por madera, pero con una pureza de fruta muy chula (cassis, frambuesa, picota). En boca no es musculoso pero si que tiene un cierto peso que se hace más ágil gracias al perfil sápido y la vitalidad de su acidez.
3. A Torna dos Pasas 2019 de Luís Anxo Rodríguez Vázquez (Valle del Arnoia, Ribeiro)
Luís Anxo Rodríguez es un viticultor de raza que exuda Arnoia por los cuatro costados. Uno de los grandes artífices de que el Ribeiro vuelva a estar en las cartas y estanterías de todo local que mime el vino. Un defensor de las castas autóctonas y de hacer vinos que hablen de donde son, lo que le llevó a quitarse esa vergüenza del arnoiés de encima. Este A Torna dos Pasas tinto no es su mejor vino (sus Escolmas son maravillosos), pero lo elegí para este ranking porque me encanta ver cuando un buen viticultor no descuida sus vinos más básicos. Mezcla de Brancellao, con Caíño Longo, Caíño Redondo y Ferrol, que se fermentaron espontáneamente en inox para, luego, envejecerse en barricas usadas entre 9 y 12 meses. Es un vino bastante especiado en nariz (pimienta negra, ceniza, clavo) que refuerza con expresividad ese perfil de frutos del bosque. Exuda herbáceos bastante chulos (pino, piel de castaña, laurel) y en boca es redondo, con una fluidez vivace y una energía refrescante.
4. Serradelo 2015 de Algueira (Amandi, Ribeira Sacra)
Serradelo es otra de las formas que tenemos los gallegos para referirnos a la variedad Brancellao, de la cual hay bastantes estudios que afirman que era la variedad tinta que reinaba por toda Galicia antes de que la filoxera hiciese de las suyas. Esta cuvée de la que os hablo hoy sale de las manos de Fernando González de Bodegas Algueira, en las pendientes verticales de la sub-zona de Amandi. Aunque no soy muy amigo de las comparaciones con otras variedades más reputadas (porque cada variedad es su propio mundo), entiendo perfectamente que muchos la hayan bautizado como la Pinot Noir del Norte de España. De color pálida (debido a una maceración suave), sedosa, fina, fragante (cerezas, frambuesas, naranja sanguínea, hinojo, helecho, laurel), de peso etéreo a la par que vertical, capaz de mostrar en copa el perfil de esos suelos de componente pizarroso sobre los que crecen las vides. Algueira trabaja esta Brancellao en barricas durante unos 14 meses y, a pesar de tener ya 10 años este vino, todavía le queda mucha vida por delante ya que no ha desarrollado casi ningún terciario, el color sigue bastante vivo y, su columna vertebral, todavía es muy linear. Sin duda alguna, esta es una cuvée para tener en toda cava personal que se precie.
5. Finca Meixemán 2020 de Guímaro (Amandi, Ribeira Sacra)
Visitar a Pedro Guímaro fue una experiencia positivamente impactante porque es aquí donde pude comprobar in situ como la exposición de un viñedo puede cambiar el carácter de un vino. En realidad, no estoy hablando de un único viñedo, sino de una ladera vertical dividida en varios viñedos, delimitados por su altitud y orientación, factores clave en el trabajo de Pedro. Los suelos son de pizarra y granito con abundante cuarzo y hierro. De esta ladera embotella el emblemático Finca Meixemán y el prometedor A Ponte. Finca Meixemán 2020 es un Cru que destaca por su bebibilidad. Es una coplantación de variedades locales, con la Mencía como protagonista, dando un vino con carácter identitario y que no necesita tanto tiempo de espera para poder disfrutarlo en plenitud. Una inmediatez que se debe a que procede de la parte baja de la ladera, donde hace un poco más de calor que en la cima de la colina (de donde se cosechan las uvas para A Ponte) por lo que nos va a dar mucha más concentración frutal y algo más de golosidad en boca. Para vinificarlo, Pedro usó un poco de racimo entero, hizo un prensado suave y la crianza pasó por una mezcla de foudre y barricas. El resultado es un vino perfumado (fresas silvestres, frambuesas, moras, violetas, polen, notas terrosas, corteza, anisados) con gran empaque en boca, pero sin perder esa energía característica de los suelos pizarrosos. En boca brilla gracias a una acidez muy ágil que lo hace muy accesible.
6. Camiño Longo 2021 de Atrium Vitis (Quiroga, Ribeira Sacra)
Este es el trabajo de Javier & Ana de Atrium Vitis, una bodega familiar y artesanal situada en Quiroga donde hacen vinos parcelarios. El amor por este micro parcelismo responde al deseo por embotellar terruño; queriendo respetar dentro de cada parcela lo que cuentan sus diferentes exposiciones, viñas y suelos. Este Caíño Longo, que sorprende tanto por su fluidez como por su entereza, es un claro ejemplo de ello. Sólo sacan al mercado 300 botellitas de este tesoro, que ejemplifica a la perfección el potencial de esta casta autóctona para dar vinos elegantes, llenos de personalidad y perdurabilidad en el tiempo. Embriagador. Destacan frutas silvestres (fresa, mora, frambuesa), ligeros herbáceos (flor de tojo, hinojo, pimiento de padrón), especias (pimienta de Sichuan, semillas de cilantro) y cítricos (piel de naranja sanguínea). En boca es afilado, vibrante, pero con una sedosidad elegantísima. El tanino tiene grip, pero está muy bien integradito. Un trago inolvidable, de lo más fino.
7. Bastarda 2023 de los Fedellos do Couto (Bibei, Ribeira Sacra)
Desde el primer minuto que les caté su trabajo hace unos cuantos años ya, me chifla lo que hacen los Fedellos do Couto, con esos vinos de claro perfil etéreo, delicadeza suprema y energía vital. Donde mejor creo que se plasma esa filosofía es en esta cuvée. Su Bastarda, que recibe el nombre porque está hecha con la variedad peregrina por excelencia en Galicia (la Bastardo o Merenzao, también conocida como Trousseau fuera de nuestras fronteras). Tras una leve maceración (ya que no extraen demasiado) y una crianza en una barrica de formato grande, tenemos un vino que es pálido en color, casi traslúcido, con aromas finos que recuerdan a las picotas, a los arándanos agrios, a la pimienta roja y a un paseo por una fraga gallega (flores silvestres, polen, helechos, hojarasca de castaño). Su acidez es eléctrica, lo que le da un soplo de vida y le otorga un crunch ferroso muy chulo. Muy bebible, pero unos años en botella lo convertirán en algo maravilloso.
8. Gorvia 2015 de Quinta da Muradella (Monterrei)
Aunque ya llevase tiempo metido en el mundo del vino, es gracias a esta añada del Gorvia de J.L. Mateo que pude lo entender el factor suelo transmitido en una copa de vino por primera vez. Esta cuvée sale de una ladera con exposición Sur, plantada a finales de los años 80 sobre suelos de arcilla y pizarra mayoritariamente con cepas de Mencía, aunque hay un 5% de Bastarda y otro 5% de Caíño Redondo. Un vino que se fermentó en acero con una cantidad bastante importante de raspón y con una maceración pelicular también prolongada; para luego darle una crianza muy mimada y sin prisas en barricas de formato grande. Es un tinto gallego con mucha más profundidad de fruta aunque siguiendo con esa marcada austeridad característica de un gran vino (mora, ciruela, fresas silvestres, arándano), reforzado por un carácter floral (violetas, peonías), especiado (clavo, anisados) y una sensación terrosa (tiza, polvo) que nos habla de suelo. En boca es amplio y textural pero con una vitalidad y una energía cargada de inputs minerales que hacen que la boca se electrifique. Un vino muy serio con larga vida por delante a pesar de tener 10 años ya, que nos demuestra que esta es una de las grandes cuvées gallegas sin discusión alguna.
9. A Valigota 2020 de Adega O Cabalín (Valdeorras)
Este proyecto se encuentra en la parte más oriental de Valdeorras, justo donde limita con León, con viñedos muy viejos rescatados del abandono. Este A Valigota viene de una viña registrada en el 1919 plantada en la zona de Caidó sobre suelos pizarrosos con contenido en cuarcitas, que está situada a 600m de altura mirando al Norte, es decir, una exposición bastante fresca. Es un viñedo singular que respeta las variedades que se encontraron co-plantadas, como la Mencía, Brancellao, Merenzao, Ferrón, Alicante, entre otras. El vino se fermentó espontáneamente en barriles de 500 litros dejando un 35% de raspón, para después darle una crianza de 12 meses en barricas francesa. El vino es pura energía. A pesar de haber tenido una larga extracción (de unos 40 días arriba o abajo) su capa no es densa, y su peso en boca es bastante etéreo. La primera vez que lo caté (en la Emoción dos Viños del 2023) me pareció un vino que prometía a pesar de faltarle algo de tiempo en botella. Cuando lo recaté casi dos años después me pareció de una belleza muy prístina. Ciruelas, moras silvestres, lavanda, flor de tojo, recuerdos a tierra nada más llover, pimienta de Sechuan y anisados.
Espero que os haya gustado la entrada de hoy y me gustaría muchísimo que me dejaseis vuestros inputs al respecto en comentarios (sean del tipo que sean) y con recomendaciones de tintos gallegos que hayáis probado.
🍷
#7 Top 50 Sommeliers en Reino Unido 2024
Entrevistado por Decanter en el número de Abril 2025
Boísima escolla!!! Teño probado todos agás o caíño de Atrium Vitis, pero se está como outras cousas que fan elas...
Por colocar outros nomes (dos moitos que se poderían engadir), o espadeiro parcelario Castiñeiro de Pomares
pareceme fantástico!
Has probado algún vino de Viñedos Zarzagal ? Tuve la ocasión de catar varias añadas de los barrica y me encantaron en especial el 2019.
La viña es un espectáculo!