¡9 vinos austríacos muy top que no te puedes perder!
Exploramos la cara más emergente de la viticultura Austríaca.
Que Austria mola, y mucho, lo acabo de comprobar hace unos días en una feria de vinos austríacos en Londres organizada por Austrian Wine, el ente oficial encargado de la promoción de los vinos de este país. Fue un buen sarao, donde más de 100 productores se dieron cita y en el que me gusta ver que se puso énfasis en dar voz a todo tipo de productores, tanto a las grandes casas como a los más pequeños, desde viticultura convencional a la más natural. Si hay alguien de nuestras D.O.s leyendo esto, que tomen nota porque todavía tienen que ponerse mucho las pilas en este aspecto (al menos en sus acciones en el Reino Unido).
A decir verdad me pilló en un día donde había varias catas interesantes por lo que sólo pude estar un par de horitas explorando lo que allí se cocía. De todo lo que he podido catar, os dejo con 9 de los vinos que mejor impresión me han causado. Aunque podría haber repetido productores, he decidido hablar de 9 productores diferentes para pintaros un panorama mucho más diverso e interesante.
Ya os avanzo que, los primeros 5 vinos, son a base de Riesling. Aunque seguramente identifiquemos a Austria más con la Grüner Veltliner, me ha volado la cabeza el ver la capacidad que tienen sus Rieslings para expresar su terroir. Son Rieslings austeras, energéticas y muy pétreas, que pueden competir cara a cara con las alemanas sin avergonzarse. También os dejo con 4 tintos, uno a base de Zweigelt de la zona del Carnuntum, y 3 Blaufränkisch de la zona que más me emociona para esta variedad, Panonia, el gran terroir de Burgenland.









1. Jurtschitsch, Ried Heiligenstein-Rotfels, 2021
Aunque esta bodega se remonta al siglo XVI, no sería hasta el siglo XIX en que la familia Jurtschitsch toma las riendas. Hoy, Alwin y Stefanie están al timón, marcándose algunas de las mejores cuvées de viñedos singulares de todo el Kamptal. Esta en particular, es una parcela dentro de un viñedo que está en una pendiente bastante inclinada y que tiene la particularidad de tener una mayor proporción de arcilla que el resto del viñedo. Tras pasar varias horas de maceración pelicular, fermentó espontáneamente en fudre de roble local de 1000L, donde reposó en contacto con sus lías durante unos dos años para darnos una Riesling austera pero con gran amplitud aromática (piel de limón, lima y bergamoto) al que le salen ligeras notas a queroseno, frutos secos y polvareda. Es un vino amplio en boca (con esos hombritos que le perfila ese suelo de composición arcillosa) a la par que dinámico y con muy buena tensión.
2. Christian Tschida, Laissez-Faire, 2023
Quizá la referencia más natural que os traigo hoy, de echo, Christian, es uno de los máximos exponentes de la viticultura natural en Austria. Sus viñedos se encuentran en Panonia y, esta Riesling, sale de parcelas de unos 40 años de edad plantadas en cuestas sobre suelos con alta composición de xisto, lo que le otorga al vino una gran profundidad de aromas varietales (hojas de limonero, pieles de pera seca, paraguayos y mirabeles). En boca es vital, pero no cuenta con esa tensión característica de la variedad. Es sedoso, textural y fresco. Quizá, de las 5 Riesling, es la más inmediata, de la cual no aconsejo su guarda pero si su disfrute tempranero.
3. Nikolaihof, Federspiel, 2016
Esta es una realidad que presume de ser la bodega más antigua en Austria, con una historia que se remonta hasta hace casi dos mil años. Además, son la primera bodega en haber abrazado los principios de la biodinámica. En la filosofía de la bodega está el aguantar los vinos hasta que consideren que estén listos. Y este es el ejemplo perfecto ya que es un vino que se ha pasado un total de 6 años en fudre. Un perfil de Riesling austero que nos mira al suelo, dejando recuerdos a polvo y tiza, con notas a frutos secos fiel reflejo de la larga crianza, pero que retiene un festival de pieles cítricas escarchadas. En boca es glicérico, sedoso pero con una energía todavía muy marcada. Increíble.
4. Domäne Wachau, Ried Achleiten, 2021
El vino de corte más clásico, pero no por ello deja de ser un vinazo. Lo hace una de las bodegas más icónicas en Austria que, a pesar de trabajar con 160 hectáreas, buscan ser lo más sostenibles posibles. Si que es verdad que sus vinos de entrada se me quedan algo simplones pero, cuando nos adentramos en sus viñedos singulares, la cosa cambia. La vendimia se hizo casi al final de Octubre, por lo que es un late harvest y eso se nota en nariz. Pasa por un período breve de maceración pelicular y se hace enteramente en inox, donde permanece 6 meses con sus lías. Es un vino súper seductor, brillante, cristalino y con buena concentración (limón, azahar, miel, polen, piel de mandarina, almendra fresca, y un deje ligero a caucho). En boca es seco, muy textural, glicérico y con muchas capas. Muy top.
Como curiosidad, os dejo el vídeo del viñedo porque es simplemente espectacular (pincha aquí).
5. Martin Muthenthaler, Ried Vießlinger, Monopol Stern, 2022
Martin Muthenthaler es un tipo curioso para quien el no haber pisado una escuela de enología es una ventaja a la hora de hacer vinos de origen porque así no edulcora sus vinos con cosas que no tendrían que llevar. Sus viñedos no están lejos del Danubio, en las colinas escarpadas del Spitzer Graben, un valle adyacente del Wachau. De aquí sale este Riesling de viñas viejas sobre suelos de pizarra. Se ha elaborado en fudres tradicionales. Es un vino con mucha profundidad aromática (pieles cítricas, manzana golden, ciruelas claudias, clementinas, bergamoto) sostenida por una verticalidad tajante que pasa de forma etérea; crystal-clear. Es quizá la Riesling más vertical que os traigo hoy, sin tanto músculo como las demás, pero con un potencial de guarda apabullante.
6. Franz & Christine Netzl, Ried Haidacker, 2021
Entramos en la zona de Carnuntum para visitar un viñedo singular plantado por el abuelo en la parta más blanda del viñedo con la variedad tinta Zweigelt. Se fermentó en barrica con un 10% del raspón y se pasó ahí 20 meses reposando. Es un vino de perfil austero pero con una fruta muy pura. Hay recuerdos a picota, frambuesa, violetas, clavo, pimienta y especias dulces. En boca, el tanino es seda y su textura es elegantemente fina, sin mucho peso, pero cargado de personalidad. Sin lugar a dudas, la mejor Zweigelt que he probado hasta ahora.
7. Weingut Rosi Schuster, Sankt Margarethen, Ried Hinkenthal, 2022
Hannes representa la segunda generación de una realidad devota a las variedades austro-húngaras. A pesar de ser uno de los grandes exponentes de la mínima intervención en la zona como medio de expresar origen en copa, Hennes pone su focus en obtener la máxima calidad posible y en el apego a las viñas viejas. Esta cuvée sale de un viñedo plantado en 1959 con la variedad Blaufränkisch sobre suelos donde la arena, la grava y la arcilla toman parte. Fermenta y se pasa 2 años en barricas de 500L para darnos un tinto que es hierro, sangre, y sapidez. Frutos rojos crujientes. Amplio, smooth y piquant. Una belleza de vino. Buena inmediatez aunque no le resta capacidad de guarda.
8. Moric, Lutzmannsburg, Alte Reben, 2021
A Roland Verich se le conoce como el Master de la Blaufränkisch, y no hace falta más que catar sus vinos para corroborarlo. Como esta cuvée, que viene de Lutzmannsburg, justo en la frontera con Hungría. Sacado de varios viñedos viejos (80 a 100 años de edad) de Blaufränkisch crecen en una pequeña meseta a 250m/300m de altitud sobre suelos de origen volcánico pero también con gran concentración de sedimentos de lo que fue en su día el Mar de Panonia. Cada viñedo se cosecha y se vinifica por separado para, dos años más tarde, ensamblarlo. Aunque es un vino textural, no se hace una bestia en boca. Me gustó mucho su columna vertebral (acidez) y su tanino cálido y sedoso, dando lugar a una boca más fresca de lo que te esperas. Es bastante concentrado, con recuerdos a moras silvestres, anisados, flores secas, picotas, y un punto de humo. Perfumadamente evocador.
9. Weingut Silvia Heinrich, Alte Reben, 2018
Esta bodega se encuentra en Deutschkreutz, en pleno corazón de Burgenland, y cuenta con una tradición vitivinícola familiar de más de 250 años. Aquí, Silvia, juega sólo con variedades tintas. En este caso, esta cuvée se hace con las viñas más viejas de Blaufränkisch que se pueden encontrar en su zona. Bajo una capa franco-arenosa se encuentra un suelo calcáreo que es lo que va a dar la finura al vino. Fermenta en toneles de gran tamaño para envejecer en sólo un fudre austríaco de cuarto uso de 1800L de capacidad. A pesar de haber sido una añada cálida, es increíble el nivel de elegancia y finura conseguido. Tiene una boca amplia con un tanino firme. Bastante cálido (cerezas maraschino, moras, tabaco, anisados, clavo) pero con una acidez que permite que no se apague y brille con buena energía.
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