Catando con Luís Seabra
Mi recomendación semanal os lleva a descubrir 6 de los vinos de una de las voces de cambio más importantes en Portugal.
Llevo siguiendo el trabajo de Luís Seabra muy de cerca desde hace unos cuantos años ya. Desde que empecé a volar sólo como sumiller fue uno de los primeros exponentes que me hizo pensar el vino de manera diferente. Por eso, cuando me dijeron que venía a presentar algunos de sus vinos a Edimburgo, me hizo bastante ilusión poder ir a la cata para conocerle en persona.


Luís es un referente como elaborador. Para aquellos a quien no os suene su nombre, deciros que mamó de buena cuna, trabajando en una casa de renombre como Niepoort antes de lanzar su proyecto en solitario hace 12 años ya.
Aunque el corazón de su proyecto esté en el Douro (donde cuenta con 8 hectáreas de viñedo), también elabora vinos en Vinho Verde (donde tiene 3 ha en la zona de Melgaço) y en Dão (2 ha). Luís es un hombre que abraza la viticultura orgánica en viñedo y las prácticas de la mínima intervención en bodega para que los vinos expresen su origen de manera fidedigna en la copa.
Su trabajo me resulta interesante porque embotella desde vinos de entrada al más puro estilo négociant, a cuvées donde explora una variedad en concreto (su línea ‘Mono’ de la que sólo pude catar una referencia esta vez, aunque en el pasado pude trabajar con su Mono C, de Castelão, el cual os recomiendo) o donde deja que las parcelas se expresen por separado (buscando respetar la tradición de quienes plantaron esas viñas en el pasado, quienes buscaban hacer el vino en la viña co-plantando diversas variedades, no en la bodega).
Vinos todos que siguen una línea de trabajo en común que los vertebra sobre una filosofía muy marcada de hacer vinos que expresen terruño, sin llegar a ser esas bombas de fruta sobrecocidas que dan vinos de alta expresión muy masticables pero con poca alma. Los vinos de Luís casi hay que pescarlos en copa y, muchas veces, se hacen difíciles de describir porque, en su austeridad, te llenan de sensaciones que tocan más lo emocional que lo sensorial.



1. Xisto Ilimitado, Douro, 2023
Bajo esta etiqueta nos encontramos un vino de filosofía négociant. Es decir, su vino base donde las uvas no proceden de viñedos propios, sino de uva comprada a viticultores locales. Aunque esta cuvée lleva algo de Códega, Gouveio y Vioshino, la variedad principal es la Rabigato (una casta no demasiado aromática pero con buena acidez) que fermenta en barriles de diverso tamaño, donde hace la maloláctica y envejece durante casi un año. A pesar de lo que mucha gente pueda pensar, por ser el Douro una región demasiado caliente, las castas blancas están tan bien adaptadas al medio que las vendimia incluso más tarde que las variedades tintas (en muchos casos incluso a finales de Septiembre, principios de Octubre). En copa os vais a encontrar un vino con mucha fruta de hueso (albaricoque, melocotón, claudias) y árboles de monte en flor, con una boca sabrosa, textural y con un nivel de frescura que sorprende positivamente para un blanco duriense.
2. Granito Cru, Alvarinho, 2023
Monovarietal de Alvarinho que procede de 12 parcelas en la zona de Melgaço (una zona un poco más caliente que las Rías Baixas) donde las vides están plantadas en cordón elevado. En esta zona es en la única donde no puede practicar una viticultura orgánica debido a la alta presión de las enfermedades fúngicas, aunque sigue manteniendo una mentalidad no intervencionista en bodega. Fermentó, hizo la maloláctica y se pasó un año en foudre, antes de darle un pase final de 6 meses por acero. Es un Alvarinho al que todavía se le marcan un poco los tostados de la madera (ceniza, caramelo tostado) pero donde se siguen resaltando los aromas varietales que se han ido confitando un poco (polen, piel de limón, mandarina escarchada). Tiene una boca muy sedosa, con cierto peso y una fluidez tensa bastante marcada. Aunque se disfruta, creo que esta cuvée va a dar el do de pecho dentro de 2/3 años, por lo que aconsejo su guarda.
3. Granito Cru, Dão, 2022
Esta cuvée procede de un viñedo en la Serra da Estrela donde tiene 3 variedades co-plantadas que se vendimian al mismo tiempo cuando la Encruzado está en su óptimo punto de maduración (lo que implica que la Bical esté un poquito más madura de lo que debe y que la Serçial un poquito por debajo, dando ese nervio de acidez al vino). Sigue la misma filosofía de elaboración que el Alvarinho (fermentación, malo y envejecimiento durante un año en barricas para luego pasarse 6 meses adicionales en acero). Es un vino austero y tímido, con recuerdos a polvareda, heno y roca caliente. En boca es floral, con recuerdos a tojo, salvia y cítricos frescos. Es un vino con mucha energía y dinamismo, donde su tensión da longevidad a una boca sedosa y cristalina. Muy top.



4. Mono A, Alfrocheiro, 2021
Seguimos en Dão, seguimos sobre suelos de granito. Y lo hacemos con el tributo que Luís le dedica a una variedad que es rara de ver elaborada en pureza en esta zona, la Alfrocheiro (también conocida como Baboso en España). Una variedad un poco complicada ya que tiene una piel muy fina por lo que es muy sensible a la podredumbre y, además, puede pasar de 12% de alcohol a 15% en un abanico de 2/3 días, por lo que hay que afinar muy bien para vendimiarla en su momento óptimo. Esta cuvée sale de viñas con una media de edad que ronda los 35 años. Fermenta en barricas de formato grande con racimos enteros, para luego envejecer en una botte italiana. El vino deja recuerdos verdes (laureles, helechos, hojas de castaño), a hongos, tojos, violetas y arándanos silvestres. Es un vino sin peso en boca, sápido, vegetal y energético. Interesante para conocer el perfil varietal de la Alfrocheiro, aunque no es su trabajo más fino.
5. Indie, Xisto, 2020
Volvemos al Douro, a Cima Corgo, para encontrarnos con un vino donde lo que Luís quiere primar es la identidad de la parcela, llena de diversas variedades co-plantadas de unos 70 años de edad. Esta añada fue la última que pisó en los lagares tradicionales (a partir de la 2021 se fermenta en cemento) para luego envejecerse durante 12 meses en grandes botti. La 2020 fue una añada cálida, donde destaca la sensibilidad de Luís para dar vida a un vino austero, que no es una bomba frutal como cabría de esperar en muchos Douros de esta añada. El que sea austero no implica que no tenga profundidad y madurez de fruta, al contrario, ya que su bouquet se llena con aromas que recuerdan a la cereza, ciruela, mora, con delicados recuerdos florales (violeta, peonía) y con notas herbáceas y boscosas. Su boca es amplia, sedosa y vital, dejando una salivación jugosa que suaviza un tanino muy fino. Elegancia pura.
6. Xisto Cru, Douro, 2021
El 2021 fue lo opuesto al 2020 como añada. En lugar de tener calor extremo, tuvieron frescor. Esta cuvée embotella el fruto de dos viñas centenarias, donde predominan dos castas como la Rufete y la Alicante. Se fermentó en tinos de madera de gran tamaño, donde estuvo el vino macerando con sus pieles durante dos meses antes de pasarlo a barricas borgoñonas para criarlo. Es un vino elegantemente floral (rosas, lavanda, violeta), arropado con aromas a frutos rojos silvestres (grosella, frambuesa, fresa) y ligeros anisados (polen de hinojo). De nuevo, la boca es seda, con una sapidez crujiente que lo hace eterno. En boca salen inputs minerales que recuerdan al polvo y la pizarra mojada. Una cuvée que merece mucho la pena tener en botellero.
Hasta aquí mi recomendación semanal, sección que intentaré implementar de forma asidua para presentaros con vinos que me han gustado de lo que voy catando, o que me sirven de excusa, al igual que he hecho hoy, para acercaros de manera breve al trabajo de un elaborador en concreto.
Graciñas por leerme y, como siempre, no dudéis en compartir conmigo vuestras impresiones sobre los vinos de Luís (si habéis catado algo suyo) o de otros elaboradores portugueses que os hayan gustado.
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Entrevistado por Decanter en el número de Abril 2025