A veces una buena historia se empieza por el final. En este caso, el de una velada maravillosa que tiene a Xulia y Beni como protagonistas.


“Beni, trae el 2015, quiero que lo prueben”.
Es justo ahí, en un instante efímero, cuando te das cuenta de que un acto tan simplista como lo es el descorchar una botella de vino trasciende lo tangible y sensorial para convertirse en algo puramente emocional. Una suerte de flashback líquido que te transporta a comprender una historia a través de la emoción de un sorbo.
Si para muchos el 2015 fue una añada como otra cualquiera, para Xulia, marca un antes y un después en su vida ya que fue la cosecha fundacional de un proyecto que habría tenido que empezar mucho antes. En concreto en 2012, si no fuese por culpa de un incendio que devoró su bodega, reduciendo a cenizas los cimientos de un sueño al que le había llevado tiempo llegar, justo cuando lo tenía todo preparado para embotellar su primera añada.
Muchos hubiesen tirado la toalla ante tal bofetada, sin embargo Xulia tuvo el coraje de levantar la cabeza cuando a uno no le deben ni quedar fuerzas para ello.
Así es Xulia. Una luchadora que, ya desde muy joven, montó su empresa de servicios vitivinícolas para proteger el patrimonio viticultural del Ribeiro ayudando a los viticultores y bodegas locales a plantar viñedo. Se metió de cabeza en un mundo de hombres. Un mundo en el que le tocó guerrear para poder ganarse el respeto ya que al principio se le cerraban muchas puertas por el mero echo de ser mujer, joven y, al cargo de una empresa.
Una incomprendida a la par que visionaria. Es en parte, gracias a ella, que la esencia del Ribeiro (sus vinos tintos) sigue hoy con vida. Cuántas veces habrá aconsejado a los paisanos de la zona que lo mejor era plantar variedades autóctonas tintas sin que le hiciesen caso alguno. “Nada, el futuro está en los blancos”, le decían. Es precisamente por esto que surgió la idea de montar su bodega. “Si no quieren hacerlo ellos, pues lo hago yo”. Así, poco a poco, fue recuperando viñas e injertando o plantando castes (variedades) locales que muchas veces no se sabía ni que variedades eran.
Un largo camino, si. Pero un largo camino que ha dado sus frutos al ser una de las grandes artífices de la recuperación del paisaje y patrimonio vitivinícola de la comarca.
Hoy, Xulia elabora vinos muy personales a través de los cuales nos habla de SU Ribeiro. Tiene viñas en los 3 valles que dan vida a esta DO, mayoritariamente en el Arnoia y el Avia, siendo casi anecdóticas las del Miño.
5 etiquetas componen su gama, tres vinos de añada y dos vinos icónicos, únicos y muy personales que la sitúan entre las mejores adegueiras que ofrece el panorama vitivinícola gallego actual.
O Son do Arrieiro - Castes Autóctonas


Bajo estas etiquetas nos encontramos un blanco y un tinto de añada elaborados con eso, castes autóctonas. La figura del arrieiro (persona que se dedica al transporte con bestias) que se representa en la etiqueta es muy importante en la vida de Xulia. Su abuelo lo era, se dedicaba a llevar su vino a los barcos en pellejos de cabra para no dañar a las mulas. De echo, la imagen que da vida a la etiqueta es uno de los recuerdos que Xulia tiene de su abuelo cuando era pequeña, “siempre lo recuerdo marchándose”.
A lo largo de los años he podido catar algunas de esas añadas, de las cuales os dejo mis impresiones a continuación:
Blancos: Son vinos que mezclan 3 variedades, mayoritariamente Treixadura (procedente de las laderas del Valle del Avia) con algo de Lado y Loureira (que vienen de las laderas más altas del Valle del Arnoia). Xulia utiliza el mosto flor que fermenta con levaduras espontáneas en depósito de acero, donde permanece durante un año.
- 2021: Añada más fresca, buena para los vinos blancos. Sigue siendo un vino textural, con una capa glicérica que le da untuosidad al vino. La acidez es refrescante, y nos limpia el paladar de forma natural. A pesar de ser un vino de entrada, no es simplista. Destacan el azahar y el jazmín, con pieles cítricas y mucha fruta de hueso.
- 2022: Esta añada fue difícil, especialmente por la calor y sequedad del verano. No le quedó más remedio que esperar a las lluvias para que la uva se hinchase, cogiese azúcar y que la planta hiciese la fotosíntesis. Por eso, este es un vino de gran intensidad aromática (muchas frutas de hueso, compota de manzana y a flores blancas), con una boca grasa a la par que fresca.
Tintos: Vino en el que mezcla castes clásicas como lo son la Ferrón, la Sousón, la Brancellao y la Caíño Longo (casi todas provenientes de viñas muy viejitas localizadas en el Valle del Arnoia). Son vinos con poca maceración pelicular pre-fermentativa, de unos 4 o 5 días en frío, que luego fermentan espontáneamente (es decir, con las levaduras naturales) en depósito de acero.
- 2020: Super fino para ser un vino “de entrada”. Tiene una nariz sutil cargada de frutos del bosque y guindas, con dejes vegetales aunque no es “verde” (tira más hacia los anisados, polen, y mentolados). De boca amplia, con un tanino todavía firme, pero con una acidez muy bien integrada que lo hace muy apetecible.
- 2022: Un vino cargado con mucha fruta roja silvestre, higos y ciruelas, con sutiles notas anisadas y a hierbas de bosque (helechos, hoja de castaño). Es textural, de tanino joven, pero con esa frescura que caracteriza a los vinos de Xulia.
A Argallada de Xulia


Argallada significa travesura en Gallego. Y este vino no se puede definir mejor ya que nace de la idea de hacer un rosado más gastronómico en el Ribeiro. Travesura, además, porque la DO Ribeiro no contempla ni la producción ni la comercialización de rosados en la región (ya ves tu que pamplinada más grande). La metodología es simple, hace un sangrado muy rápido del ‘O Son de Arrieiro Tinto’.
- 2020: No es de esos rosados golosones, sino delicado y fino, buscando más la austeridad que la exuberancia. En nariz nos deja con algún recuerdo láctico y con mucha grosella. En boca es afiladito, bastante mineral y muy bebible.
- 2021: Un perfil jovial y juguetón con dejes vegetales y a frutos de bosque. Muy fresco, con una elegancia marcada por ese dinamismo en boca.
Añadas


Dentro de esta categoría nos encontramos los vinos más personales de Xulia. Son su forma de entender el Ribeiro expresada desde un punto de vista menos tradicional. Para entenderlos debemos partir de la idea de que, tanto los tintos como los blancos, representan unos 6 años de trabajo. Os explico, cada añada, Xulia se va guardando un depósito de mil litros de cada uno de sus ‘O Son do Arriero’ para hacer estas cousiñas. Y es que cada una de las etiquetas que lanza cada año son coupages (es decir, mezclas) de varias añadas diferentes. Exacto, se mezclan depósitos de diversos años para dar vida a unos vinos icónicos.
Blancos: Parten de la base (O Son de Arrieiro) y lo deja evolucionar. Es un guiso en el que cada añada (por separado) pasa por barrica nueva durante unos 15/20 días para, luego, dejarlas en depósito descansando hasta que venga ella a hacer sus mezclas y acabar embotellando la que más le guste.
- Añadas ‘16+’18+’20+’21: Se abre con una nariz hecha para competir con los grandes blancos del mundo clásico, donde fruta y madera bailan un vals nupcial (de hecho, lleva a pensar en grandes vinos Alemanes). Untuosidad, mineralidad, amplitud, sedosidad, concentración frutal (albaricoques, manzanas asadas, confitura de ciruelas claudias y peras maduras) con un tostado muy bien integrado que deja esos recuerdos a tofe y Werther’s Original. ¡Top! Y todavía tiene mucho recorrido por delante.
- Añadas ‘17+’19+’21: Un vino que se abre mucho más mineral con recuerdos a granito mojado, tiza y petricor. Al oxigenarse le empieza a salir poco a poco toda esa concentración frutal (de nuevo albaricoques y claudias) arropada por la calidez de los tostados que denotan la corta crianza en madera. En boca es textura y verticalidad. Un vino que te llena el paladar con recuerdos a peras, mandarinas escarchadas y flores blancas.
Tintos: Los afina en las barricas envinadas previamente por los blancos (saca el blanco antes de que lo domine la barrica, para luego meter el tinto, por lo que son barricas prácticamente nuevas).
- ‘16, ‘18, ‘19: Un vino muy fino y expresivo. Tiene fruta bastante madura, con recuerdos a licor de guindas, higos y ciruelas pasas pero sin denotar una sobre-maduración. Le acompañan notas a barro, chacinas, café recién molido y dejes vegetales (helechos, polen, eucalipto). Voluptuoso en boca pero con buena mineralidad y una acidez refrescante que le aporta, a su vez, una buena estructura ósea para envejecer en el tiempo.
- Añadas ‘16, ‘19, ‘21: Un perfil quizá un poco más oxi con ese punto a cahoba y varniz que no molesta, si no que es sutil y acompaña a esa fruta roja (granada, guinda, grosellas y fresa silvestre). Tiene recuerdos a barro, lápiz recién afilado y chocolate amargo. Los herbales son muy delicados y están muy bien integrados, realzando el perfil fresco del vino. Pureza y elegancia en boca.
¿Y ese 2015? Emoción pura. Un vino que no pasó por madera pero estuvo 14 meses con sus lías en un depósito de inox. Un vino donde todos los aromas han adquirido un carácter confitado (orejones, membrillo, pera deshidratada) y al que le han salido recuerdos a tofe y crema catalana, desplegando también un atractivo toque ahumado que evoca el estar sentado al calorcito de una lareira. Su boca se ha transformado en pura seda con la acidez justa para mantenerlo con vida.
Y para terminar la fiesta, qué mejor que una copita del ‘tostado de los pobres’ (la Xuropía), que no es más que mosto de Treixadura (sin fermentar) encabezado con alcohol. Como veis, la cultura y la tradición también se transmiten de forma líquida.
¡Moitísimas grazas querida Xulia por emocionarnos a través dunha copa de viño!
🍷
@miguelcrunia | @atlanticsommelier
#7 Top 50 Sommeliers en Reino Unido 2024
Conocía los vinos básicos pero no la historia de Xulia, me ha encantado y me quedo con las ganas de probar esas Añadas.
Gracias por el artículo
Un artículo muy chulo. Gracias por compartir.