Masterclass con Marjan Simčič
Catamos los vinos sin fronteras del padre de la viticultura sostenible en Eslovenia
Para quienes no conozcáis a Marjan Simčič, no me va a ser demasiado difícil describiros la relevancia del personaje ya que es, posiblemente, la figura más importante en el posicionamiento de la viticultura eslovena de calidad. Llevo trabajando con sus vinos desde hace unos cuantos años ya, pero nunca había podido conocerlo en vivo y en directo, hasta que, el pasado sábado, pude asistir a una masterclass que impartió en Belgrado sobre sostenibilidad y vinos de terroir en Goriška Brda.



A veces, la viticultura nos enseña que las fronteras no son más que meras líneas imaginarias para intentar delimitar dos entidades culturales supuestamente diversas, existiendo enclaves donde, por más que el hombre se “emperre” en dividir, las fronteras se difuminan entrelazándose en un abrazo vestido de viñedos.
Brda (Eslovenia) y Collio (Italia) están separadas por una de esas líneas y es, exactamente aquí, donde Marjan lleva la batuta de la bodega familiar. A pesar de que la bodega haya caído del lado esloveno (en Ceglo, a tan sólo 200 metros del confín con Italia, o a 19’19 segundos si te llamas Usain Bolt) 9 de sus 20 hectáreas de viñedo recaen del lado Italiano, en el Collio Goriziano.
Esta es una tierra donde las fronteras han pasado históricamente de mano en mano, y para muestra un botón, ya que Marjan representa la quinta generación de una familia de viticultores y bodegueros que han estado elaborando vino desde el 1860 (probablemente, incluso desde mucho antes, pero los registros trazan sólo hasta esta fecha). Del 1860 al 2021, Brda ha formado parte, cronológicamente, de la República de Venecia, del Imperio Austro-Húngaro, de Italia, de Yugoslavia y de Eslovenia. No es de extrañar entonces que, para la familia Simčič, la calidad no entienda de fronteras.
Brda es una isla natural en la que no hay industrias o grandes núcleos urbanos que puedan contaminar la región, haciendo que el camino a seguir sea el de potenciar toda la biodiversidad del entorno. Aunque sus viñedos están en conversión a la biodinámica, la verdad es que aquí se lleva trabajando de esta forma desde el principio, aprendiendo del legado heredado de las generaciones anteriores, quienes valoraban ese entorno lleno de acacias, robles, melocotoneros, cerezos… entendiendo que, gracias a todas esas especies, se crea un medioambiente que trabaja por si sólo y del que se beneficia el viñedo, ya que se autorregula de manera natural.
Las lluvias no son abundantes durante la época de maduración de la uva, por lo que Marjan ha decidido reforzar esta biodiversidad natural implementando técnicas sostenibles como la plantación de cubiertas vegetales con más de 60 especies diferentes de plantas para poder ayudar a proteger el suelo de las altas temperaturas favoreciendo la retención de humedad. También se rocían los racimos con arcilla en polvo para que haga el efecto de una “camiseta blanca” reflectando el sol y protegiendo las uvas de la torrefacción y pérdida de acidez.
Obviamente, en viñedo no se aplica regadío ni se usan fertilizantes, insecticidas u otro tipo de productos sistémicos. Su filosofía es la de tener un humus sano, lo que hace que las plantas utilicen la máxima cantidad de agua y minerales, por lo que se vuelven más resistentes y producen uvas de calidad, lo que aportará elegancia y nobleza a sus vinos. En bodega no se estropea el trabajo hecho en campo, intentando dejar el vino lo más al desnudo posible.
Como podéis ver en el mapa, hay dos factores claramente visibles que van a marcar el terroir de Brda y, un tercero que, aunque a simple vista no se ve, será crucial en los vinos de Marjan. Empezando por los visibles, son destacables la presencia de los Alpes al norte de la región (a unos 50km) y la cercanía al mar Adriático en el sur (a unos 20km), lo que propicia un combo microclimático de corte mediterránico y pre-alpino. El factor que no se ve en el mapa es el factor suelo. La Opoka, que es como llaman a sus suelos compuestos por “lo que el mar ha dejado” cuando las aguas del mar primigenio cubrían esta zona hace 55 millones de años, dando lugar a unos sedimentos específicos de mármol, arenas y caliza.
La combinación de estos factores es lo que le permite hacer vinos concentrados aromáticamente, fenólicos (con cuerpo, texturales) pero con la elegancia dada por ese perfil de suelo tan especial que va a hacer que los vinos vibren, equilibrando los fenólicos y el alcohol de sus vinos. Para él, esto es poesía, porque se puede arriesgar a perder un poquito de acidez en pro de desarrollar el perfil aromático y textural, porque el suelo se lo va a equilibrar.
Marjan trabaja con, aproximadamente, unas 20 hectáreas de viñedo propio esparcido por diversas colinas separadas, las unas de las otras, por valles. Como la estructura del suelo varía de viñedo en viñedo, debido a los diversos movimientos tectónicos producidos en el pasado, será precisamente la exposición de los viñedos y la edad de los mismos lo que permita a Marjan crear tres líneas de etiquetas diferentes para clasificar sus vinos.
Así pues, la línea Brda Classic sería su concepto de village wines, lo que no significa que aquí no haya viñedos localizados en buenas exposiciones, al contrario. Marjan destina las viñas con menos de 20 años de edad a estos cuvées porque considera que, es a partir de los 20 cuando un viñedo es capaz de transmitir el origen.
Por su parte, en Cru Selection embotella los viñedos con más de 20 años (estas etiquetas no tienen por qué ser viñedos singulares), destinando a sus Opoka, esta vez si, esos viñedos singulares que crecen exclusivamente sobre estos suelos de mármol.
La cata se movió en estos dos últimos niveles:
1. Sauvignon Vert, Opoka, 2018
La Sauvignon Vert (aka Tokaji Friulano) es una variedad que se introdujo en esta zona alrededor del 1600, adaptándose perfectamente a la zona, y convirtiéndose en una de las variedades “nativas”. Las uvas provienen del viñedo Cru más antiguo de la bodega, el Ronc Zegla, de 96 años de edad (91 años en el 2018), localizados a menos de 150m sobre el nivel del mar. Esta es una variedad sápida, que no tiene la acidez de la Sauvignon Blanc. Marjan la ha macerado durante 2 días en cemento para, luego, envejecerla durante dos años en barricas de 2000L. De corte vegetal (laureles y helechos), cítricos escarchados, bergamoto y peonías. Una boca mineral con un paso agradablemente cálido.
2. Rebula, Opoka, 2019
La Rebula es la variedad reina en esta zona y toda la Rebula con la que trabaja Marjan está en Brda. Justo donde está la bodega es donde están los viñedos, a 200/250 metros de altitud, ya que la Ribolla muestra todo su carácter cuando crece en suelos rocosos en los que no hay mucho humus, lo que obliga a las raíces a buscar el agua profundizando mucho en este terreno drenante.
En este caso nos encontramos ante un viñedo de 70 años de edad, el Cru Medana Jama, cuyo mosto macera, pre-fermentativamente, en contacto con las pieles durante dos semanas en huevos de cemento. Será precisamente ahí donde fermente y repose hasta que le toque entrar a la nueva añada, siendo transferido a barricas porque, para Marjan, la micro-oxidación es importante. Es durante este proceso cuando los taninos (si están bien maduros) se transforman en fenoles (dando esa sensación de glicerina en la boca).
Un vino que me ha gustado mucho, muy fino. Es evolutivo (tanto en aromas como en color) pero muy sano, que nos recibe con pieles de pera, melocotones secos, nueces, hojarasca, y setas shiitake secas. Es amplio y graso, pero lleno de tal dinamismo y tensión que hace que sea muy bebible. Tiene espina dorsal para seguir evolucionando en botella sin problemas.
Los dos siguientes vinos están hechos a base de Pinot Noir, que es una variedad que no heredó, sino que la plantó él usando el clon 775 de la Borgoña. Ambos han pasado dos años y medio por barrica.
3. Pinot Noir, Cru Selection, 2020
El vino es pura seda, de corte afrancesado. Juega con la sutileza de la fruta varietal, el carácter especiado (clavo, corteza, pimienta negra) y los dejes herbáceos como la menta. Tiene potencial para permanecer en botella y domar un poquito más el tanino, que aunque es agradable, le falta un pelín para integrarse del todo. Jugosidad y frescura.
4. Pinot Noir, Opoka, 2018
Esta PN, proveniente del Cru Breg, se presenta con un perfil más evolutivo. Sigue soltando aromas primarios (destacando la fruta roja agrosellada y la cereza agria) pero empieza a soltar notas de hojas secas, setas y tierra que lo hacen muy atractivo. Dadle tiempo porque se crece en copa. El ataque inicial en boca me pareció algo más justito, y aunque no es tan vivo en términos de acidez, el final gana chicha a medida que se oxigena. Para descorcharlo en los próximos tres años top.
Pasamos al reino de la Merlot, ¡lo que me pudieron gustar los dos siguientes vinos! Una variedad plantada usando un clon de Pomerol sacado de un viñedo centenario hace unos 70 años, ya que, en aquel entonces, era importante para la familia plantar clones de calidad.
5. Merlot, Cru Selection, 2018
Las uvas que se destinan a esta cuvée proceden de dos Cru: Malno y Berič. Después de 21 días fermentando con sus pieles pasa a barricas, donde envejecerá durante 42 meses.
Jugoso no, jugosuísimo. Muchísima concentración frutal (moras y ciruelas) con especias dulces como el anís o la canela. En boca tiene todo muy bien colocadito. Cuerpo con empaque, suave, sedoso y embriagador. Un tanino muy amable y con una acidez dicharachera que le da mucho brillo en boca.
6. Merlot, Opoka, 2018
Nos encontramos con una Merlot que procede de su Cru en Trobno, que fermenta en acero 28 días en contacto con sus pieles para, después, descansar en barricas de 225L (30% de las cuales es madera nueva) durante 48 mesazos.
Esta cuvée sigue un mismo hilo conductor aromático pero expresa mucha más concentración frutal e intensidad en especias (clavo, pimienta, hierbabuena, té negro, anís). Mucho más peso en boca, más hechuras, pero con un grandísimo nivel de finura. Buena estructura ácida. Aunque bebible, es menos inmediato que el Merlot Cru Selection y agradecería 2 o 3 añitos más en botella. Una súper Merlot para tener en cualquier carta de vino respetable o bodega personal.
Terminamos la cata con el último proyecto de la bodega, la línea Numerals, donde deja que su hijo empiece a cimentar las bases de lo que un día será su filosofía viticultural, metiéndole mano a lo que pretenden que sea la línea prestige de la bodega.
De echo, el Numerals, Unicom, 2016 se presentó por primera vez en esta cata. Una mezcla de viñedos viejos de Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y Merlot que da vida a una cuvée clásica y de corte bordelés que, sinceramente, ha sido en la que no he encontrado ningún tipo de emoción. Es un buen vino, pero le falta músculo y longitud. No me habla de origen de la misma manera en la que si lo hicieron las otras etiquetas.
Como siempre, muchas gracias por dedicarme un ratito de vuestro tiempo para leerme y, si habéis catado ya los vinos de Marjan, no dudéis en dejarme vuestras impresiones y feedack, si no, on invito fervientemente a que descorchéis su trabajo.
🍷
Miguel Crunia | podéis encontrarme en Instagram como @atlanticsommelier
#14 en el Top 25 Sommeliers en Reino Unido 2023