Una voz "libre" y "justa"
Puede que algunos vinos se mercantilicen, pero mi palabra, desde luego, no.
No sé como habrá sido la vuestra, ¡pero la mía ha sido una semanita de lo más entretenida! Los que me seguís por redes sabréis que he estado posteando sobre el último comunicado publicado por la DO Rías Baixas donde se les permite a los viticultores, como medida excepcional durante esta añada 2023, recoger 1500 kg de uva por hectárea más. Es decir, este año, quien quiera y/o pueda, recogerá un total de 13500 kg en lugar de los 12000 kg de siempre.
Os dejo por aquí la noticia por si os la habéis perdido: Clickea aquí: Somos Agro, La Voz de Galicia.
No voy a criticar por aquí lo ya criticado, pero resumiendo muy mucho, a mi estas cosas me frustran. No puedo con ellas. En el viaje de prensa al que acudí invitado por la DO el pasado Junio pude observar como la mayoría de las bodegas que visitamos nos insistían en que, para obtener una uva de calidad y expresiva, no les quedaba otra que bajar los rendimientos por hectárea a los nueve mil o nueve mil quinientos kilos. Si no fuese así, lo único que se obtendría serían uvas diluidas a las que no les queda otra que exponerse a correcciones en bodega.
Seguís por donde voy, ¿verdad?
Bueno, pues resulta que ayer me ha contactado la agencia que representa a la DO Rías Baixas en UK para aconsejarme, muy sutil e indirectamente eso sí, que calle la boquita y deje de ser crítico con ellos ya que mis palabras les han “enfadado y confundido”.
Aunque me huelo una campaña de censura por su parte, me gusta que estas cosas pasen, porque eso quiere decir que escuchan. Claro que escuchan. Por eso aprovecho desde este púlpito para recordarles que mi voz es “libre” (mi discurso no se compra) y “justa” (aplaudiré lo bueno pero también criticaré todas las medidas que lleven a la mercantilización de nuestro terruño), les guste o no.


Lo que más me jode de todo esto es que se me acusa de intentar difamar la viticultura en Rías Baixas cuando, desde Escocia, no hago otra cosa en mi día a día que poner en valor la viticultura gallega de calidad. Por dos motivos, uno, porque creo de verdad que en Galicia hacemos unos vinos monumentales y, dos, para que el consumidor final los ponga en valor y así, algún día, podernos codear de tú a tú con las grandes regiones clásicas sin ningún tipo de complejos ni vergüenzas.
Si, lo reconozco, los vinos con los que trabajo a diario no son de tirada masiva. Defiendo al pequeño viticultor que elabora vinos que hablan del territorio (ya sea una sub-zona, una parroquia, o una parcela), pero no soy tan hipócrita como para difamar el trabajo de otros.
No os confundáis, no es de esto de lo que trata exactamente la película. La mía no es una guerra contra las bodegas convencionales (es decir, las que producen grandes volúmenes) ya que entiendo que tienen que existir. Es más, reconozco incluso que son necesarias ya que hacen el trabajo sucio de dar a conocer tanto la variedad como la zona en el extranjero (gracias a su gran capacidad para llenar lineales y a su inversión en marketing). Si, son las que derriban puertas para que a los pequeños les sea más fácil entrar.
Yo no establezco dogmas su señoría. Si bien es verdad que suelo no estar de acuerdo ni con la filosofía ni con la ética profesional de este tipo de bodegas, también soy lo suficientemente pragmático para reconocer que hay algunas bodegas de carácter más clásico que hacen las cosas bastante bien: Pazo de Señoráns (chapeaux con sus Selecciones de Añada y el Tras los Muros), Maior de Mendoza (proyecto que no conocía y que me dejó positivamente sorprendido, sobre todo su Finca las Tablas y me pareció super correcto su Sobre Lías), Bodegas Carballal (a quienes incluso represento en Escocia vendiendo sus vinos a través de mi empresa, flipándome muchísimo su En Rama), o Pazo de Fefiñanes (donde se arriesgan a trabajar con levaduras autóctonas y donde etiquetas como 1583 y Armas de Lanzós dan una bebibilidad muy buena) son sólo algunos ejemplos.









Dicho esto espero que se me entienda cuando expongo mi preocupación al hacer sonar la alarma y posicionarme públicamente en contra de medidas como la que os dejé en el link porque, al fin y al cabo, ¿quiénes se van a beneficiar de estas medidas? Pues los de siempre: las bodegas que tratan al vino como un producto industrial, los grandes grupos bodegueros españoles que tienen inversión en las Rías, y las embotelladoras varias que trabajan con mostos de vete tú a saber que calidad, entre otros. Y si ha ofendido el hecho de que haya mencionado abiertamente etiquetas como El Camarón o San Boy en mi post, ¡pues es lo que hay! A lo mejor cuesta creerlo, pero es que marcas de primera regional como estas son las que tienen muchos consumidores británicos como ejemplo de lo que es el Albariño de verdad (incluso en alta restauración), de ahí mi preocupación a que el producir más nos lleve a desandar lo andado.
Esto no es una guerra contra la DO per se, es una guerra contra las medidas estúpidas ancladas en la filosofía de principios de los años 2000. Entiendo que la DO Rías Baixas se encuentra ante un reto enorme, que es el de vender más y hacerlo de una forma más cara, pero no todo vale.
Señores de la DO, esto no se trata de derrumbar su castillo de naipes, sino de que tenga unos cimientos más sólidos. A lo mejor es que les es siendo hora de bajarse de la poltrona para ser más inclusivos con la realidad de lo que son las Rías Baixas hoy en día. ¿Tocará abrir los reglamentos de la DO a nuevos perfiles de vinos y a implementar una clasificación de nuestro viñedo, o es que les da canguelo? Lo que podríamos llegar a ser si remásemos todos a una…
Háganme caso, no sólo mercantilicen, ¡terruñicen también un poco!
Miguel Crunia | @atlanticsommelier
#14 en el Top 25 Sommeliers en Reino Unido 2023
Para los que os interese, creo que es justo dejaros por aquí uno de los mensajes que me hizo llegar la agencia de la DO, donde se me explica el por qué de esta medida. Os dejo que saquéis vuestras propias conclusiones, no vaya a ser que me inculpen de adoctrinamiento:
“Es una medida excepcional que toma el pleno del Consejo en base a unos informes muy rigurosos y basados en la opinión de técnicos de campo y expertos. De hecho en los últimos 13 años se ha utilizado esta herramienta, que recoge el pliego de condiciones, solo en tres ocasiones contando con esta. La meteorología nos ha permitido este año tener una gran producción y de calidad. Tenemos una tasa de fertilidad altísima, unos racimos de tamaño superior (cuyo peso va a ser bastante elevado), el estado sanitario de la uva es excepcional y, por consiguiente, una cosecha elevada. Entonces se le ha querido dar una salida a esta gran producción que solo se produce muy pocas veces. Los técnicos de campo, que son los que están día a día en el viñedo, coinciden en esta decisión. Por otra parte es un promedio eso no quiere decir que se vaya a recoger esa cantidad.”