¡Esto si que suena a Ribeiro!
¿Sabías que el Ribeiro es la región vitivinícola demarcada más antigua del mundo?¿o que sus vinos fueron los más famosos en la Europa medieval?
Si, sigo dándole vueltas a las campañas de comunicación de la DO Ribeiro (clickea aquí para verlas en su canal YouTube), sobre todo “Suena bien, suena a Treixadura” y “Modo Ribeiro”. Entiendo que, a estas alturas, puedas estar pensando “¿qué demonios le pasa a este tío con la Treixadura?”. Nada, absolutamente nada. De echo, soy un devoto defensor y promotor de la variedad, sobre todo de las cuvées bestiales que se están clavando gente como Jorge Pérez de Bodegas L’Ombre (spoiler alert: tiene una crianza de Treixadura bajo velo que es para quitarse el sombrero).




Lo que me frustra es el dogmatismo que acarrea la equivalencia Ribeiro = Treixadura porque nos estamos cargando de un plumazo la tradición vitivinícola de la zona. De eso va el post de hoy, ya que, con vuestro permiso, os voy a contar una historia diferente a la que os brinda el discurso de la DO.
Yo quiero que imaginéis un paisaje agreste lleno de colinas que han obligado al hombre a construir cientos de muros de contención, los famosos “socalcos”, llenando así ese paisaje de icónicos viñedos en terrazas.
Un paisaje que narra la historia de una tierra que produjo los vinos más codiciados en Europa durante la Edad Media, llegando a costar un barril (te lo quieras creer o no) el doble que aquellos provenientes de Burdeos. Esa tierra es el Ribeiro, y tal fue la importancia que adquirieron sus vinos que empezó a surgir un comercio fraudulento donde mercaderes hacían pasar como Ribeiros vinos que no lo eran. Es por esto que se redactaron, en 1579, las Ordenanzas de Ribadavia con el fin de regular, garantizar y proteger su calidad y su zona de producción. 1579, repito. ¡Al loro! 177 años antes que nuestros vecinos del Douro portugués, a quiénes se les reconoce como la región más antigua, legislasen sus vinos. ¿Por qué no presumimos de esto y luchamos para que se nos reconozca internacionalmente como la región vitivinícola “demarcada” más vieja del mundo? Quizá sea que parte de la idiosincrasia del gallego es el no creernos que lo que hacemos en casa es bueno y digno de promover. La gloria que se la lleven otros pues.
El devenir del destino llevó a los vinos del Ribeiro al olvido debido a una concatenación de sucesos históricos que nos metieron de cabeza en el oscurantismo: el cese del comercio con Inglaterra debido a guerras entre ambos países, la llegada de enfermedades de la vid procedentes de América, la hemorragia migratoria de los jóvenes del campo a la ciudad, la replantación con variedades muy productivas pero foráneas y la industrialización del vino son factores todos ellos que desdibujaron el panorama vitivinícola del Ribeiro.
Hoy en día queda espacio para el positivismo, ya que nos encontramos en una posición muy emocionante gracias a la llegada de una generación joven, que representa una minoría todavía pero que regresa a esta tierra para recuperar las variedades autóctonas del Ribeiro, para hacer productivos los viejos viñedos históricos abandonados y para revivir la identidad perdida de los vinos del Ribeiro.
Esta identidad se basa en dos factores fundamentales: el minifundio y la co-plantación. Factores que, junto con el potente pasado con el que contamos, hacen que tengamos la estrategia competitiva posible.
Que nuestros viñedos estén dibujados por un micro-parcelismo derivado del minifundio es un auténtico lujazo, nos encarrila el discurso que tenemos que comunicar al exterior, haciéndonos hablar (de manera orgánica) de lo que hablan las grandes regiones vitivinícolas del viejo mundo: región, sub-zonas, pueblos y parcelas. Ya lo dije cuando criticaba el enfoque erróneo que también esta haciendo la DO Rías Baixas, hasta que no nos creamos que lo que tenemos es casa es digno de competir con la cabeza alta en el mercado internacional, no vamos a ninguna parte, porque vamos a buscar discursos marketinianos absurdos que difuminan nuestra identidad.
Te pinto con mis propias palabras el escenario representado en el anuncio, pero básicamente la cosa va de la siguiente manera:
Uno llega a un bar y espeta, “Tabernero, ponme una Treixadura”. ¡Ojo! Va el tabernero y se la sirve. Hasta aquí parece todo normal, ¿no? Lo hemos conseguido, la gente ya bebe Treixadura, “¡festa rachada!”.
Y, ¿ahora qué? ¿Por donde tiramos? Porque lo que yo veo es que nos hemos cargado de un plumazo tanto al elaborador como la proveniencia de dicha Treixadura. Porque, a no ser que los microclimas y perfiles de suelo no cuenten para nada, digo yo que habrá una diferencia entre una Treixadura proveniente de Cenlle y una de Riobó ¿no? ¿Y el factor humano? La energía del adegueiro entra mucho en juego porque su visión a la hora de interpretar añada y trabajar dicha variedad cambiará por completo el perfil del vino.
Somos unos genios promoviendo la antítesis del terruñismo. Preferimos que se venda vino de la región en cantidades sin educar al consumidor final sobre lo que verdaderamente importa. Primamos la industrialización del vino con la consecuente estandarización de paladares sobre la promoción de la singularidad y calidad de un vino. Levántense de sus asientos lectores, porque toca darle una sonada ovación a la DO.






En el Ribeiro (y en Galicia en general) lo tenemos muy fácil para promover los vinos de terruño, sólo tenemos que querer dar el primer paso. Ya tenemos las sub-zonas establecidas, las parroquias también están ahí y ya hay hasta gente embotellando parcelarios. ¿De verdad cuesta tanto Cru-cificar nuestro territorio?
He dejado como último punto el segundo estandarte, la poligamia viticultural, lo que me va a ayudar a desmontarle las campañas de publicidad a la DO.
No hay poligamia viticultural sin minifundio. Esto es entendible desde el punto de vista de que el vino, antaño, era considerado un alimento importante en la dieta diaria de los campesinos. Las familias tenían que plantar diferentes variedades en esas parcelas pequeñas no sólo para crear un perfil del vino que les gustase a ellos, sino para poder cosechar al menos una de esas variedades en caso de enfrentarse a una mala añada. Esto conllevó a que se formase un rico vergel de “castes” autóctonas que conforman un mosaico plurivarietal que nos aporta riqueza. No entiendo por qué nos tenemos que sentir avergonzados de los “blends” (vinos compuestos de varias variedades) cuando es la única forma que tenemos de embotellar el verdadero paisaje del Ribeiro.
Ya lo escribí en el post anterior, pero lo vuelvo a repetir las veces que hagan falta hasta que el mensaje se quede grabado: Ribeiro ≠ Treixadura.
RIBEIRO = Treixadura, Lado, Torrontés, Verdelho Antigo, Albilla do Avia, Albariño, Caíño Blanco, Godello… (en blancas); y Carabuñeira, Sousón, Zamarrica, Caíño Longo, Brancellao, Merenzao, Ferrón, Mencía, Espadeiro… (en tintas). {entre otras muchas}.
Como el vino es un mundo empírico, para que entendáis de lo que hemos hablado hoy, volveré pronto con una lista de gente que merece mucho la “pierna” seguir, recomendándoos también algunos de sus vinos para que los busquéis y disfrutéis.
Como siempre, muchas gracias por leer, y no dudes en suscribirte (si es que no lo has hecho ya) si te ha gustado el contenido y quieres seguir compartiendo vinos conmigo.
Miguel Crunia | podéis encontrarme en Instagram como @atlanticsommelier
#14 en el Top 25 Sommeliers en Reino Unido 2023
La clave para entender este paso repentino hacia la treixadura como monovarietal está en las demás DDOO. Rías Baixas tiene la albariño, Ribeira Sacra tiene la mencía, Valdeorras la godello, entonces lógicamente que le queda al Ribeiro? La treixadura. También hemos de destacar los dos mercados—no es el mismo vender un vino en España como en el exterior. En el caso de Ribeiro se vende casi todo la producción (y casi el total de esa producción viene de una sola bodega) en Galicia. Como el gallego siempre mira con envidia al de al lado, los de Ribeiro han visto el éxito del Albariño (dentro de Galicia y fuera) y quieren reproducirlo a través del modelo de vino monovarietal. Y en cuanto a los importadores del extranjero, creo que lo más importante para ellos es el “personaje” del bodeguero y no el terroir. Para ellos no importan tanto las campañas de la DO, porque van en búsqueda de pequeños productores que igual están elaborando vinos totalmente distintos de los demás y quienes pueden vender por el nombre y no a través del territorio. Aquí en NY por ejemplo, la gente conoce los vinos de Luis Anxo y Emilio Rojo. No tienen ni idea de lo que es el Ribeiro. Entonces creo que aunque sea una burrada de campaña se puede entender perfectamente porque la han hecho: para vender más, hay que copiar Rias Baixas y a tomar polo cu la historia etc.