Seguimos hoy dentro de los paisajes de montaña. Si el miércoles os llevé hasta la zona de Ibias, en Asturias, hoy nos adentramos en la parte más oriental de Valdeorras, al límite con León, para conocer un proyecto chulísimo donde se están cociendo algunos de los vinos más finos de toda Galicia.
Os hablo de Adega O Cabalín, o lo que es lo mismo, del trabajo de Tere López Fidalgo y Luís Peique. Aunque él es Berciano, de echo, pertenece a la saga familiar de los Peique, ambos acabaron en Valdeorras por lazos familiares ya que el abuelo de Tere tenía viñas en esta zona. Cuando Luís vio todo el patrimonio viticultural del que le hablaba Tere, fue cuando tomaron la decisión de que tenían que elaborar vino en esta zona.
Por eso, en el 2015 empezaron a comprar viña en O Cabalín (años ha, las gentes del lugar ya decían que era buena zona para elaborar tintos), primero recuperando parcelas que miraban al sur, para luego empezar a hacer lo mismo con viñedos que miraban al norte ya que muchas de esas parcelas estaban en un estado de abandono considerable. Si en el caso de Asturias hablábamos de que ese abandono del viñedo venía provocado por la minería, en Valdeorras se produjo por la extracción de pizarra. La gente de la contorna poco a poco fue dejando de lado el cultivo de la vid, sobre todo en esas laderas donde la dificultad para trabajar el terreno complicaba las cosas.
Hoy, trabajan con unas 40 parcelas chiquititas (unas 13 hectáreas), minifundismo en estado puro, con muchas de ellas plantadas entre los años 1910 y 1929 según los registros locales (aunque, seguramente, alguna tendrá algunos años más que eso). Todo sobre suelos que no retienen agua (ricos en pizarra, cuarzita y esquistos).
En el 2022 sufrieron las consecuencias de un incendio forestal que, aunque dañó algunas viñas, afortunadamente no se llevó todo por delante. Un buen susto que les hizo bajar la producción considerablemente. Trabajan de manera sostenible, abrazando principios de la viticultura regenerativa para, una vez en bodega, dejar que el vino siga su curso dando vida a vinos muy apegados a su origen, que son capaces de exprimir los matices singulares de cada uno de sus viñedos y parajes.



Llevo siguiendo su trabajo desde la Barcelona Wine Week del 2022, cuando me enfrenté a su proyecto por primera vez. No los conocía, por lo que caí en su stand casi por casualidad, pero me acuerdo que lo que me encontré en copa me acuerdo que me dejó impresionado. Me volvió a pasar lo mismo en la Emoción dos Viños del 2023 y en la Vinis Terrae de este año. Son las añadas catadas precisamente esta última vez sobre las que os voy a dejar mis impresiones.
Tengo que decir que he revisado las notas de cata de las añadas anteriores que les caté (si, siempre voy con boli y libreta a todas las catas) y me alegra comprobar que, de una vez a otra, si que encuentro una identidad muy definida de cada parcela año tras año, eso sí, con sus ligeros matices debido a la naturaleza de cada una de las añadas, pero la esencia de la exposición, los suelos y las vides está ahí. Para mí, es justo esto lo que define el potencial para que un vino se convierta en un gran clásico.
A Espedrada, 2023
Esta cuvée la hacen con todas las uvas de Godello que tienen esparcidas entre cada una de las parcelas con las que trabajan. Tanto la fermentación como la crianza la realiza en barricas francesas usadas. No las rellena y las lías se trabajan en estático. Es una Godello de clase mundial. Es un vino de perfil austero, elegante, donde salen recuerdos a frutas de huego (ciruelas claudias, paraguayos), a pétalos de peonías y notas de crianza en esa madera usada (corteza, leña comenzando a arder, lápiz afilándose). En boca es glicérico, amplio, con un punzor súper chulo, vertical y con tostados sutiles. Con un final persistente y eterno que deja muchos inputs minerales. Muy top. Para este menda, la Godello más fina que se está elaborando en Valdeorras hoy en día (sí, por encima de las de Rafael Palacios, que también me gustan mucho).
Los vinos tintos nacen todos de parcelas en co-plantación. Se vinifican más o menos de la misma manera, fermentándose en barricas abiertas de 500L, dejando un 40/45% de raspón, con una maceraciones de unos 20/25 días, y pisándose suavemente para luego pasar el vino a barrica, donde hacen crianzas con un mínimo de 12 meses.
Peirón, 2023
Este tinto es nuevo en su portafolio, sacado al mercado para tener un vino más de entrada de gama. Es el equivalente a lo que sería un vino de paraje, en este caso, con orientación norte. Es un vino tinto fluido, con mucha lavanda y tojo, grosellas y ciruelas. Brilla, siendo muy dicharachero y perfecto para un copeo de calidad.
O Cabalín, 2021
Cuvée que nace de 7 parcelas en un paraje con orientación sur. Es una buena introducción a la línea de trabajo de la bodega. Es más serio, con un perfil austero, que dice muchas cosas pero sin gritar. Deja recuerdos a polvareda, helechos, tojos, moras silvestres y ciruelas. El tanino marca, pero tiene mucha fluidez y una jugosidad cítrica.
El blend está compuesto de Mencía y Garnacha Tintorera en su mayor parte, aunque hay pequeños porcentajes de Merenzao, Sousón y Brancellao entre otras otras (todas co-plantadas).
Viladequinta, 2021
De este paraje con exposición Noreste a 700 metros de altitud nace un vino mucho más fino que los anteriores, perfumadísimo (violetas, flor de cerezo, frutos del bosque poco maduros), con un punto de volátil muy controlado que le da un chute de vida y herbal (anisados, sotobosque). En boca tiene hombros, un tanino pulido y un final adictivamente amargo. Muy fino.
Arriba o abajo el vino es un 40% Mencía, un 10% Garnacha Tintorera, un 20% Merenzao, y el 30% restante lo conforman la Brancellao, la Sousón, el Caíño y el Ferrón
Boscois, 2021
Esta es una cuvée parcelaria, que se saca de un viñedo singular a 800m de altura que mira al norte, con un pequeño bancal en el medio. Me encanta, es un vino con personalidad propia pero con ese estilo reconocible de la bodega. En copa te recibe con ese cosquilleo de volátil baja (saludable y muy controlada) propia de los grandes tintos gallegos de guarda. Tiene esa delicadeza en nariz que recuerda a los frutos del bosque, los arándanos, la picota y el capsicum; con ese recuerdo a paseo por el medio de una fraga que es brutal (helecho, hoja de castaño, polen, boletus en polvo). En boca es elegancia y finura. Fresco a la par que amable, con un tanino firme pero que deja un paso dócil, marcado por un vibrato mineral que deja un postsgusto sápido muy marcado. Uno de los grandes tintos gallegos.
La co-plantación en esta parcela está conformada por estas variedades: 40% Mencía, 20% Merenzao, 10% Garnacha Tintorera, 30% restante: Brancellao, Grao Negro, Ferrón y Sousón.
Valigota, 2021
Este A Valigota viene de una viña registrada en el 1919 plantada en la zona de Caidó, sobre suelos pizarrosos con contenido en cuarcitas, que está situada a 600m de altura mirando al Norte, es decir, una exposición bastante fresca. Es un viñedo singular que respeta las variedades que se encontraron co-plantadas, como la Mencía, Brancellao, Merenzao, Ferrón, Alicante, entre otras. El vino es pura energía, de capa poco densa, y con un peso en boca bastante etéreo. Me pareció de una belleza muy prístina. Ciruelas, moras silvestres, lavanda, flor de tojo, recuerdos a tierra nada más llover, pimienta de Sechuan y anisados. Un vino amable y de una elegancia cautivadora.
Me encanta el trabajo de Tere y Luís. Aunque todavía no he podido visitarles en su Adega, es una de las tareas pendientes que tengo por cubrir por lo que espero, más pronto que tarde, poderos dejar con un reportaje más completo sobre su trabajo. Como siempre, agradeceros el que me hayáis dedicado unos minutos de vuestro tiempo, esperando que os lancéis como cosacos a buscar estos vinos sin olvidaros de dejarme vuestro feedback una vez los probéis.
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#7 Top 50 Sommeliers en Reino Unido 2024
Entrevistado por Decanter en el número de Abril 2025
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