Descubre los vinos de Bodegas Siluvio
Viticultura de montaña Atlántico/Cantábrica en la Asturias suroccidental.
Últimamente estoy embebiéndome mucho sobre la viticultura en las zonas más al límite del Noroeste de la España verde para un proyecto del que todavía no os puedo contar mucho. Lo que si que os puedo decir es que, en ese proceso de investigación personal, en el Fenavin de este año me he encontrado con un proyecto que me ha parecido bastante interesante. Todavía está en sus comienzos como quién dice, y se nota en copa, pero presenta un potencial enorme tanto por zona, como por ética de trabajo.
Se trata de Bodegas Siluvio, que se encuentra en el concejo de Ibias, en Asturias, enclave que hace frontera con el Bierzo y Galicia. Una zona donde la viticultura es considerada un ejercicio de heroicidad en plena montaña, donde viñedos muy escarpados dan vida a un paisaje viticultural al que no tendemos a hacerle demasiado caso. Esta zona pertenece a la D.O.P. Cangas, que es la más chiquita del territorio nacional.

Detrás de todo este tinglao se encuentra la figura de Lalo Méndez León, quien llevaba años en el sector del vino pero trabajándolo desde su distribuidora. Sería su pasión por recuperar la tradición viticultural de la zona (que llegó a pasar de unas 5000 hectáreas en un pasado, a las 60 hectáreas actuales) la que lo llevó a invertir en una propiedad con terreno donde poder hacer realidad su sueño. A pesar de no tener vínculos que lo liguen a esta zona, se decantó por Ibias porque es el concejo que, no sólo tiene suelos y orientaciones increíbles, sino que también tiene más horas de sol que el resto.
Siluvio es una realidad que tiene hoy 7.5 hectáreas de viñedo en una sola finca que plantaron allá por el 2017 con diversas variedades locales, aunque el 80% de su producción gravita alrededor de la Albarín (también conocida como Raposo, Branco Lexítimo o Branca País en Galicia, pero bueno, de esto os hablaré en próximos fascículos). Como dato reseñable, destacar que tienen una viña íntegra que data del 1910.
Finca que se encuentra a 500 metros de altura con un 40% de inclinación. No usan ni pesticidas ni químicos de penetración, aunque si que, por cuestiones climáticas, tienen que dar alguna mano suave de cobre y azufre. Están actualmente efectuando la transición a ecológico, cosa que no les va a resultar demasiado difícil al estar en un enclave muy aislado, sin riesgos de contaminación por productos que puedan echar los vecinos.



Su suelos son pizarrosos, con un alto contenido en sílice y aluvión (arcillas, arenas y limos). Aunque son suelos donde hay una capa decente de materia orgánica, quieren que las plantas se esfuercen y profundicen sus raíces para poder chupar agua a unos 5 metros de profundidad.
Proyecto joven, van tan sólo por la cuarta añada comercializada ya que no les gusta sacar vinos del año al mercado, sino que los aguantan por un mínimo de 12/14 meses. Os dejo a continuación con mis impresiones sobre sus dos vinos, ambos muy honestos, pero que vestidos con sus más y sus menos:
Albarín, Blanco de Guarda, 2023
Albarín en pureza. Tras fermentar espontáneamente en depósitos de acero inoxidable, el vino se crió en contacto con sus lías finas en diferentes tipos de depósitos: un 45% en barricas, un 10% en hormigón y, el 45% restante lo hizo en inox. Dado el potencial aromático de la variedad, se me ha quedado un poco apagado, como si le hubiesen bajado el volumen. Se queda muy primario (manzana golden, piel de pera, melón) con un carácter que deja entrever que pertenece a la familia de la Traminer. Es cremoso, con una acidez que desgrasa. Aunque el vino es muy correcto y varietal, creo que el haber mareado tanto el estilo de crianza no le ha aportado nada al vino. A veces menos es más. El potencial y la calidad de uva están ahí, pero tienen que afinar un poquito el tiro. Es interesante probarlo, pero la variedad, en una zona como esta, tiene que exprimir mucho más ese potencial varietal.
Tinto Cantábrico/Atlántico, 2022
Desde Siluvio nos presentan con este blend típico, a lo que en la zona se le llama como Mezcla Canguesa, donde se unen variedades como la Carrasquín, la Verdejo Negro, la Albarín Negro y la Mencía (esta última es de la zona, normalmente no lleva, pero en esta añada tuvieron que comprar algo porque fue un mal año). El vino fermentó en barricas abiertas donde se dejó macerar las uvas mojando el sombrero de tanto en cuanto. La crianza la pasó en barricas usadas de 225L. Si os gustan los tintos de perfil Atlántico, esta es una cuvée que tenéis que apuntaros. Con una nariz con un leve deje de volátil (nada acética, muy sutil y controlada) que envuelve un bouquet en el que se aprecian notas a cassis, arándanos, flor de tojo, enebro, laurel y eucalipto. En boca es etéreo y muy fluido, con una frescura cristalina muy montañesa. Me ha encantado.
Espero que os haya gustado esta recomendación semanal. Si alguno de vosotros ha podido probar vinos de la zona, por favor, no dudéis en compartir vuestras experiencias conmigo ya que siempre es de agradecer ir conociendo proyectos nuevos a través de lo que vais bebiendo también vosotros.
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#7 Top 50 Sommeliers en Reino Unido 2024
Entrevistado por Decanter en el número de Abril 2025
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Apuntao! Visité la bodega tras el Monasterio de Corias del mismo nombre en 2013. Acababan de ganar una medalla de oro por su Albarín blanco en un concurso de vinos de altura en Italia aquel año. Es una comarca super guapa, como toda Asturias. Hay que darles más bass drum and small cymbals, no, yes?